Miarma City, albores del siglo XXI. Los fastos de la Expo 92 y sus promesas de progreso son solo un débil eco en la memoria colectiva y la burbuja inmobiliaria instila el impostado espejismo de un boyante porvenir.
Los canis, esos endémicos quinquis a lomos de escúters trucados, imponen su ley de oro macizo en las calles a ritmo de breakbeat y la tradición fulmina a todo aquel que ose desafiar el status quo de marchas procesionales, bombos rocieros y palmas por sevillanas. Mientras tanto, a las afueras de la ciudad, en obsoletas fábricas, en ruinosas estaciones de ferrocarril o en decrépitos cortijos abandonados a su suerte por señoritos alérgicos al trabajo, la semilla de una revolución electrónica está por germinar.
Esta es una novela sobre lo que subsiste bajo la superficie. Una historia sobre lo que la alargada sombra de la Giralda esconde. Bienvenidos a la Sevilla oculta. Bienvenidos al ANDERGRAUN.
Instrucciones para ver un fantasma: Un viaje por el antiguo país de los sóviets
¿Rusia? ¡Qué lejos! ¿Bielorrusia? ¿Pero eso existe? Me deslizaban mis allegados con guasa cuando les comentaba el lugar donde había decidido invertir mis merecidas vacaciones estivales. ¡Pues claro que existe! Solo que es como ver un fantasma, primero hay que creer, luego querer y finalmente ir a buscarlo, les espetaba yo con retintín a sabiendas del fregado en el que me había metido comprándome unos vuelos de manera arbitraria, sin tener ni idea de como debía proceder para que me dejaran entrar en los países por los que tenía pensado viajar. Así, con un mar de dudas, comencé una aventura que me llevó a través de los oscuros vericuetos de la burocracia post soviética y que me transportó en el tiempo a los pasajes más paranoicos y esquizofrénicos de una guerra mal apellidada fría que dejó al mundo al borde del desastre termonuclear. Y este es su relato. Un manual de instrucciones contado en primera persona sin filtros ni complejos para guiar a aquellos que creen, que quieren y sueñan con buscar al fantasma que recorre Europa desde que se bajó el telón de acero que la dividió en dos hasta 1991. ¿O sigue aún en pie?